29 abril 2010

La relación esencial “lesbiana-feminista” *



El tema común que nos une en estas horas a todas las presentes es el del feminismo pero íntimamente ligado con la identidad lesbiana. La intención de mi parte y atendiendo a este objetivo principal de compartir el feminismo y lo que yo llamaría, su práctica, es el plantearles la manera en cómo a mí me ha tocado conocerlo, por qué vías he llegado a él y si lo he asimilado o no completamente o qué partes del feminismo he asimilado en mi vida diaria.
Atendiendo al programa del evento, en el momento en que doy lectura a este documento se habrán compartido ya las más importantes experiencias, las más determinadas por el tiempo, por la práctica ya continua, se habrán compartido concepciones claras y profundas sobre lo que es el feminismo y su práctica. Sin embargo me seguirá pareciendo útil compartir la manera en que una mujer joven, lesbiana, estudiante de Historia, ha llegado al feminismo.
El feminismo es una palabra que no existe en la vida cotidiana en el común de la gente, o si existe es en el imaginario como una simple actitud proporcionalmente contraria al machismo. (poniendo el ejemplo que he escuchado muy seguido cuando digo que soy feminista: “ser feminista es tan radical como ser machista, es lo mismo pero del otro lado, las mujeres quieren dominar al hombre”).

El primer acercamiento que tuve al tema de las mujeres—porque en ese momento sólo así lo identifiqué—sería en mi segundo año que cursaba en la carrera de la Licenciatura en Historia aquí en la Universidad de Guadalajara. Así que mi acercamiento ha sido eminentemente académico.
Y cuando apunto “académico” me parece importante recalcarlo ya que entonces mi manera de vivirlo ha sido a través de la manifestación y asimilación de ideas a veces sin total consonancia con la práctica.
En aquellas clases, en una materia llamada “Historia e interdisciplinariedad” lo que más recuerdo eran las discusiones intensas que se esgrimían entre mis compañeros que mayormente eran hombres de más de 30 años. Habíamos tres mujeres en ese mismo salón y una de ellas terminó por cambiarse de turno por no soportar los acosos de los compañeros.
Y aquellas discusiones en torno a la mujer, la invisibilidad, el dominio de un cierto tipo de hombre (porque negros, indígenas, homosexuales no entraban totalmente en ese grupo dominador) , empezaron a hastiar a los compañeros al punto de que uno increpó directamente a la maestra—que ese semestre era suplente del historiador que originalmente daba esa materia, de quien también era esposa—el por qué de tantas lecturas que hablaran sobre mujeres, y cuál era la relación de este tema con la interdisciplinariedad en la historia.
La maestra se encogió de hombros… el programa había sido elaborado por su esposo y el programa no se cambió para el resto del semestre, ella no tuvo que desgastarse por imponerlo, simplemente era un programa que había que cubrir. Los estudios antropológicos, de género, la historia de la sexualidad fueron los textos que más abundaron y esas clases de discusión se volvían un hervidero de discursos machistas y homófobos en tonos sutiles. Aunque para mí se volvía la razón principal y más apasionante de estar estudiando Historia.
Feminismo, patriarcado, psicoanálisis, tráfico de mujeres, género sociedad dicotómica, sistema sexo/género, fueron términos nuevos que iba asimilando a mi propio vocabulario, lecturas apasionantes que comencé a descubrir.
Saliendo de una de esas clases fue que también yo por primera vez le dije a alguien de ese espacio académico que soy lesbiana, inspirada, por supuesto, en las palabras escuchadas en clase que hacían evidente la invisibilidad, la parquedad con las que hasta ese momento se estuvo haciendo historia, una historia de bronce escrita por hombres sobre hombres, palabras en esa clase de cómo el enemigo era el sistema que imponía quiénes serían marcados como minorías.
“Rasgos generales de la historia del homoerotismo femenino” fue el título del primer trabajo que elaboré y que comenzaría a definir la búsqueda que hasta ahora no he dejado de hacer. La lectura de Juego de damas. Una aproximación histórica al homoerotismo femenino ** de Luz Sanfeliú, un ensayo del amor entre mujeres abarcando el siglo VI a de n. e. con los griegos y Safo de Lesbos hasta el siglo XX con los movimientos sociopolíticos de las lesbianas; fue el libro más inspirador, que hasta ese momento había leído y lo que finalmente me impulsó a seguir buscando y escribiendo sobre el amor entre mujeres.
A partir de ahí comenzó una “especialización” en mi carrera, mis estudios, los cuales, valga decir, eran lo más importante que hacía en ese momento de mi vida, ya que como lesbiana no comenzaba a vivirme plenamente ni tampoco me integraba a la vida laboral. Tareas, ensayos, monografías, todo lo que pudiera avenirme para obtener una historia que no había sido contada por nadie antes, la historia de las mujeres puesto que sobre lesbianas había que hacerlo sólo en algunas materias que lo permitían; se trataba de buscar y encontrar sobre algo que no había yo aprendido antes nunca o no por lo menos en lo que yo llevaba de vida, tenía 20 años.

Es posible decir que quizá, en un sentido no muy estricto del concepto de feminismo, desde siempre me viví como una niña que se resistía a amoldarse a los parámetros marcados. Como muchas otras mujeres en su infancia; nacida con genitales femeninos encontraba más divertido patear un balón, rodar carritos, trompos, armar navecitas para monos guerreros que arrullar o pasear un muñeco o cualquier juguete entrenador para las futuras madres-esposas.
Y como una primera referencia, para mí el feminismo es la resistencia que un ser humano nacido con genitales femeninos opone a lo que se le marca como correcto hacer por el simple hecho de haber nacido con esos genitales.

Luz Sanfeliú dice bien cuando titula su trabajo como una aproximación histórica al tema de las relaciones erótico-emocionales entre mujeres, y en ese mismo tono fue que yo misma abordé el tema del amor entre mujeres en la historia... lo abordé y lo entendí porque sabía que trabajar en una historia del silencio en ese momento, lo máximo que podía ofrecer era apenas una aproximación histórica a las manifestaciones erótico- emocionales y socio-políticas del amor entre mujeres.
Después, por una idea que había adquirido de la palabra “genero” en las anteriores lecturas, pude acertar a inscribirme a una materia optativa llamada “género e historia”. No creo que alguna de las estudiantes llegara sabiendo qué significaba el género… las estudiantes de letras llegaban pensando que género refería un estudio de los géneros literarios y las que teníamos una idea, pues era eso una noción vaga. Una mezcla de concepciones como feminismo, estudios de la mujer, estudios de género, familia, sexualidad…
Pues bien, en esta materia se afianzó la idea de la existencia de la desigualdad de los sexos, de la creación mayormente artificial de lo femenino y masculino a partir de las características sexuales secundarias y de reproducción; comencé a vislumbrar un poco más claro la diferencia entre feminismo, género, sexualidad, lesbianismo.
No es este escrito que ahora les leo un estudio especializado y concienzudo sobre el tema del feminismo porque me parece más importante hacer comentarios quizás en ratos sueltos y desordenados de lo que ha sido mi experiencia desde que me acerqué a las ideas feministas y de cómo se lleva este conjunto de ideas a la práctica, hecho este nodal que apenas estoy entendiendo.
Además siendo lesbiana sería poco específico hablar del puro feminismo, feminismo entendido como un movimiento socio-político, como corriente de pensamiento que busca desentrañar las causas y los mecanismos por los que se perpetúa el dominio de unos seres sobre otros sólo basado en sus diferencias sexuales y además con un afán manifiesto de borrar ese dominio; pues hablar como lesbiana es hablar desde otra posición diferente a las mujeres feministas heterosexuales que se siguen relacionando en varios niveles con los hombres, desde el emocional y sexual hasta el socio-político, lo que las hace tener que lidiar con algunas situaciones de dominio aún.
Es definitivo que si todas las mujeres fueran lesbianas el patriarcado desaparecería, es decir, el arma más poderosa que tendrían las mujeres para deshacerse del dominio de los hombres sería que todas fueran lesbianas y aunque parezca exagerado se trata de establecer simplemente un hecho lógico, de ahí el terror que el sistema puede tener de las lesbianas pues no se trata solamente de que esquivamos las estructuras existentes en la realidad sino que definiríamos incluso hasta la manera en que se reproduce la especie.
Tener genitales femeninos y ser mujer son hechos distintos y separados no una esencia dada e inamovible o lo que es igual, género como construcción social de la diferencia sexual.
Una no va por la vida pensándose como fulanita-mujer, yo fulanita mujer… una no debería ir por la vida pensándose fulanita-mujer, yo Laura-mujer palabras como ente indisoluble.
Y sin embargo, me surge una necesidad irrefrenable de nombrarme como mujer ante los demás, de marcar las diferencias donde debe haberlas.
Pero una en sí, no tendría porque llegar a tener que sentirse orgullosa de ser algo que no eligió como el hecho de nacer con genitales femeninos.
“Ser feminista es tan extremo como ser machista”, me repiten cuando digo que soy feminista y yo contesto exaltada que no hay comparación en absoluto. Y la exaltación marcada manifestada ante los discursos legitimadores de patriarcado y machismo, es un síntoma inequívoco de un feminismo incipiente en el espíritu.
¿Pero qué es pues el feminismo? Me preguntan cuando he afirmado solemnemente que se equivocan. Y agrego un discurso breve y muy socorrido en el discurso famoso politiquero, que no político, “es la búsqueda de las mujeres de saltar la brecha de la desigualdad”
—oh, yo pensé que las feministas trataban de dominar al hombre—comentan después.
Por eso el machismo es diferente al feminismo, porque el machismo se basa en el dominio sobre un sector que ha construido como mujer y como inferior y el feminismo busca desaparecer la manera en que está estructurado ese dominio de unos sobre otros en razón de su sexo—sigo argumentando, trayendo los discursos más accesibles a mi memoria.
Pero bien, antes, hace unos años yo no podía debatir esta afirmación de la correspondencia entre machismo y feminismo. Y antes yo no podía pensar en que ser lesbiana era una cosa buena o normal o simplemente un hecho incuestionable en algunas mujeres.
Así que el feminismo y luego la identidad lesbiana, han traído para mí en pocas palabras mi ubicación legítima en el mundo.
Y llegó a mí antes el feminismo porque es lo que primero se empezó a desarrollar, es sobre lo que hay más escrito, hablado y construido; más que el tema “mujeres que aman a otras mujeres”, siempre hay cosas que son más “objetivas”, dirían, y no tan “parciales”.
Desde que empecé a ser consciente de mi lesbianismo y al escuchar sobre feminismo he tenido la teoría de que fueron lesbianas las primeras que empezaron a cambiar o luchar o hacer notar las condiciones en rango inferior en las que habían sido ubicadas por el hecho de haber nacido con genitales femeninos.
En esta parte del camino me considero una lesbocentrista pero quien me escucha estas frases y también refiero aquella del lesbianismo como arma definitiva contra el patriarcado; simplemente me tacha de odia hombres.
Pero esto de creer que fueron lesbianas las primeras sufragistas y las primeras pensadoras del feminismo, es decir, que el feminismo tuvo su nacimiento en corazones y cabezas lesbianas, tiene su sustento, pues una lesbiana prescinde de la presencia del hombre en su imaginario, como objeto único y primordial de supervivencia, y como en su imaginario no está, en su diario vivir tampoco lo está… Pero esta ausencia del hombre como objeto primario de supervivencia choca de inmediato con la condición consignada de mujer. Así, este choque produce el descontento y posteriormente la lucha de estas mujeres en tratar de acomodar su realidad de manera correspondiente a sus deseos y pensamientos en donde el hombre no es el principal actor.
Si fueron lesbianas las primeras sufragistas no es algo que esté comprobado o que interese comprobar por ahora—el feminismo rechaza la relación esencial lesbiana-feminista apasionadamente puesto que “no es relevante para su lucha por la compensación y reivindicación de los derechos básicos humanos que les corresponden per se a las que poseen genitales femeninos. De consolación se permite la demarcación de un feminismo-lésbico para vaciar esas ideas de indispensabilidad entre lesbianismo y feminismo.

Todas estas son ideas lesbocentristas si así queremos llamarlas, que, al contrario de lo que se piensa, no nacen de la amargura y el dolor sino de la actividad sana de quererse divertir y yo, como lesbiana feminista en este momento de mi vida me divierto pensando en las utopías, en el orden de las cosas que cambiarían el actual orden de las cosas.
La genética ha logrado conjugar dos óvulos para que se fecunden y den vida a un nuevo ser vivo… “el inconveniente”, dicen los científicos de este experimento, es que no podrían nacer sino sólo mujeres. *** Para mí es divertido pensar en la posibilidad de la extinción de los seres con genitales masculinos.
Pero como he dicho hasta aquí, mi feminismo es eminentemente ideológico y mi lucha práctica consiste en emitir ideas a manera de palabras, sean escritas, sean habladas para transformar aunque sea un poco la percepción de mis interlocutores.
Yo lo entiendo de esta manera: mi amor por otras mujeres es mi vida diaria y son mis ideas o pensamiento; el feminismo es el instrumento que me ayuda a hacer posible la vivencia de esas ideas y esos deseos por otras mujeres. Sin el feminismo todas las lesbianas estarán constreñidas de alguna forma. Sin el lesbianismo, el feminismo no podrá entenderse y por tanto actuarse como es requerido.
El concepto de feminismo en mi cabeza a veces pierde delimitaciones precisas y creo que así ha sido desde que empecé a escuchar este término, se trata de una corriente de pensamiento, se trata de un movimiento social y político, es quizá ya una filosofía de vida que irónicamente está siempre al pendiente de las diferencias entre las personas, diferencias derivadas de sus genitales y su rol reproductor y diferencias que a su vez derivan en la detentación del poder de unos en lugar de otras.
Y creo que ahí está el punto principal de este punto de vista que ahora les presento, el feminismo sigue siendo para mí un concepto y una práctica con delimitaciones aún en construcción, el feminismo es algo que se está creando de tiempo en tiempo.
Mi camino de acercamiento al feminismo aún continúa más arduamente en el sendero investigativo, me integré de auxiliar de investigación a un Centro de Estudios de Género. Dónde el feminismo no es un acto político y no es el instrumento principal de búsqueda o acción. Con género se neutraliza la acción subversiva del feminismo pero aún así, el género sigue intentando desentrañar la preposición de que la diferencia sexual se traduzca en desigualdad, eso he venido aprendiendo en el espacio en que he llegado a vivir el tema de las mujeres.
Ahora estoy por titularme de la licenciatura en historia con una tesis titulada “Mujeres que amaron a otras mujeres. Nueva España, siglo XVII y XVIII. El tema de las mujeres se volvió mi objeto de estudio y mi especialización. Se ha vuelto mi pasión.
He llegado a este espacio de activismo lésbico por una necesidad personal y he tenido por fin, acercamiento la práctica política social desde el lesbianismo, un espacio donde mis ideas se pueden volver práctica.
Para mí ser lesbiana es la práctica que da sentido al feminismo, el lesbianismo es feminismo llevado a la práctica. Y para mí es esencial pues, esta relación esencial lesbianismo-feminismo.
Pero he descubierto que finalmente mi practica social y política está en mi modo de actuar ante todas las partes integrales de mi vida, el hecho de no tener relaciones erótico-sentimentales con un hombre me hace escapar de la heterosexualidad obligatoria, el hecho de enfocarme al estudio de las mujeres es patentar que el tema mismo es importante, que las mujeres son importantes y hacer y vivir de acuerdo a lo que te apasiona, a lo que te toca las fibras más íntimas es al final una legítima búsqueda de bienestar y un uso de la libertad, condiciones que le dan a la vida un sentido.

Laura Cruzher
Guadalajara, Jal. México.
23-abril-2010



* Texto presentado el 25 de abril en el Encuentro “El lesbofeminismo integrado a la transformación cotidiana”, organizado por el Colectivo Diversiless en Guadalajara, Jalisco. 24-25 abril 2010.

** Sanfeliú, Luz. Juego de damas. Aproximación histórica al homoerotismo femenino. España: Atenea/Universidad de Málaga, 1996.

*** “Lesbianas podrían tener hijos con dos óvulos” en:
http://www.sombras.cl/sitio/index.php?option=com_content&task=view&id=187&Itemid=1

"Más allá de la clonación" en:
http://www.biologia.edu.ar/reproduccion/clonacion.htm